miércoles, 4 de enero de 2012

Oda a Braille

Llena es la noche

de divino silencio.

Dormida es la selva

en el fondo del tiempo.

La vida es en ella

jugo profético.

Miles de estrellas

horadan el sueño.

Pero brota el oído

-flor que va hacia el alma-

en los lotos erguido

de la luz sin luz del agua;

y frutece el concierto

en la voz sin voz del viento.

Ya asoman los contactos

de lo eterno con el alba.

Radiante emerge el día

sin dolor multiplicado

en aurora indefinida

y constelada de milagro.

Milagro de seis puntos:

es Luis Braille, rey de zodíacos,

que inaugura alegres rumbos

para mundos elegíacos.

Oh Braille, lluvia infinita

que por el aire de los tactos

a nutrir va sin retardo

la raíz más escondida.

Oh Braille, viento de cifras

que con fresco tino exacto

a orear viene el pantano

donde abreva la sequía.

Oh Braille, oh fuego extraño

oh sol, oh franco río

-oh elixir para ermitaños-

iluminando de rumor

el campo umbrío!

¡Oh primer astro encendido

entre el espacio del recuerdo

y el espacio del olvido!

Oh nuevo Apolo -más que griego-

explorando ya el sentido

de este claro y joven cielo:

extendida ante tus flechas,

por los siglos de los siglos,

sea la tierra de los ciegos!

Autor: Pedro Ignacio Rosell Vera

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